¿Qué tanto puedes zambullirte
sin colapsar
para luego surgir catapultado
hacia el alcance de tus límites visibles?
El camino a la visión es el descanso,
la muerte metaforizada en complacencia.
Desierto donde un faro intenta competir
con la poderosa estrella tatuada de tu cuerpo.
Mas tú eres el firmamento.
Pronunciar un deseo
y vivir las consecuencias de lo que no se hace.
Una respuesta a lo que nosotros somos eco
y para conservar la estabilidad: aceptarla.
Esta psicosis del arquetipo sin tener idea
si la televisión en realidad es más aburrida
que la filosofía más lograda,
es decir, analítica.
La semejanza al estereotipo, al temor a caer
dentro del deseo de los demás y ser perseguido.
No hay paz en la sexualidad,
y por consecuencia en los sueños, al menos si uno espera
estudiar más y más de aquellos en la noche.
Los sueños son discretos y no lo son,
están al alcance de la mano con mayor frecuencia
que nuestra capacidad material.
Siempre un poco tarde, incapaz de determinar
si has quemado ya todos tus barcos.
Barcos infinitos que se pudren,
se achican, se hacen cada vez más feos
y aun así no acaban.
Así funciona un poco la cosa:
cuando nos arrepentimos y finalmente somos modestos,
lo que queda de lo deseado, aun si lo obtenemos,
es peor que la peor opción del comienzo.
Lo peor es que persistimos
y nunca aprendemos.