Agotado el tiempo te acuerdas
del pacto que una vez hiciste:
mantener el ánimo,
hacer todo alegremente.
Y te preguntas si de haberte acordado
habría cambiado en algo
la sensación de pérdida
por la que empezaste en un comienzo
a moverte.
Si bien reducido, hay todavía futuro
por donde andar inciertamente.
Disimular con la esperanza de siempre
y encontrarte.
Retrocede más, retrocede
hasta guardar en tu vientre la sequedad
de la orilla que avanza.
Deja que lento se absorba el vapor
que surge al chocar el alba
con el agua que te compone.
Dispersa tu huella detrás de tu ojo
hasta que no haya intención que trace
un camino de vuelta
y las gaviotas tomen tus signos
por gusanos que remueven la arena.
Podrás morir entonces
sin corromper la tierra.
Lo que te habían dicho aparece hoy con el brillo que desvía la atención.
Desvanece la voz ante la novedad que carga el peso de una historia.
La voz no tiene historia, ella sola se recrea. Y aunque permanece: tenue al final de cada vida.
Expulsa pues la muerte heredada y recibe insolado al desierto con una muerte nueva entre las manos, esta imantada en términos de instante.
La presión siempre latente al llegar tarde la satisfacción. Mas solo hay distancia en la mentira.
Tu logro es la muerte: ¿podrás vivir esta verdad sin escupirla?
¿Podrás vivir, completamente atento, sin extrañar tu voz, y hacer de esto una historia en la que la derrota se redima tan solo al perecer?
DOS ORILLAS
7 April, 2012
Adelanta pues y dime qué se escucha allá en los matorrales vírgenes.
La tautología del piso sin inclinación a ningún lado y el concierto de los grillos.
Conoces demasiado la belleza como para acomodarte a ella y esperar noticias extranjeras.
Sabe mucho la vanidad de posibilidades y se enreda con la mínima indulgencia.
Retorna, deja que vaya a ti de frente.
El camino crece al repasarlo y en esta concesión me devuelve tus pasos como si algo que predije me encontrara en mis mejores intenciones.
Permanece en este eco y reverbera.
PRIMITIVISMOS 